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Seleccion Sexual

Cuando pensamos en la elección de la pareja, inmediatamente nos vienen a la mente las escenas románticas típicas de las películas con escenas “rosas”. No obstante, el conocimiento de los procesos reales que gobiernan la elección de la pareja nos conduce a procesos neuropsicológicos y neuroquímicos que nos han permitido mejorar la especie, hemos escogido las parejas que hemos considerado más aptas para que nuestra especie siga adaptándose a las exigencias del medio ambiente en que nos ha tocado vivir.

Cuestión de evolución

Nuestros circuitos neuronales son el resultado de un proceso evolutivo. Han sido diseñados y modificados durante millones de años para que nos pudiéramos adaptar a las exigencias del medio ambiente, es decir, resolver los problemas y adaptarnos. En tal sentido, Ester Desfilis Barceló del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia (España) plantea que “…uno de los problemas más importantes con que se enfrenta todo animal a lo largo de su vida es el de encontrar pareja y reproducirse… nuestros cerebros han sido diseñados para detectar y considerar sexualmente atractivos aquellos estímulos que son indicadores de un mayor potencial reproductor. Aquellos humanos primitivos que eligieron parejas con mayor capacidad reproductora dejaron más hijos y todos nosotros somos sus descendientes”.

¿Qué nos motiva a elegir?

Estudios sobre las preferencias a la hora de elegir pareja de hombres y mujeres de culturas muy diversas han demostrado que las mujeres colocan entre los primeros lugares los recursos que puede aportar el hombre, mientras que los hombres valoran la belleza de la mujer. La doctora Helena Cronin, experta en evolución, plantea que de forma universal, las mujeres más atractivas, más sexys, son aquellas que exhiben caracteres que indican un alto valor reproductivo. Los hombres aprecian aquellas características físicas que se correlacionan con la juventud, como la nariz y el mentón pequeño, los labios gruesos y la piel tersa, y con la fertilidad, como una cintura estrecha y unas caderas amplias (una relación cintura-cadera de 0,7 se considera sexy). Resulta interesante que una buena parte de estos rasgos femeninos considerados “sexys” por parte de los hombres, son rasgos controlados por los niveles de estrógenos.

En general las mujeres prefieren hombres con rasgos faciales suaves, algo feminizados, pero cuando se encuentran en el momento del ciclo menstrual de mayor fertilidad les resultan más atractivos hombres con rasgos faciales y corporales más masculinizados, lo cual está asociado a hombres con niveles de testosterona más elevados.

Al parecer, hombres y mujeres de cualquier edad encuentran más atractiva a otra persona cuanto más simétrica sea, un comportamiento similar en todas las especies animales. Mientras más simétrica es una persona, mejores son sus genes. Por tanto la elección de una pareja con mayor grado de simetría significa la elección de mejores genes para las futuras generaciones. En su artículo denominado La biología del “sex-appeal”: elección de pareja en humanos, Ester Desfilis B. ofrece resultados de estudios en los que se demuestran que las mujeres más simétricas eligen como parejas hombres con más recursos. Por su parte los hombres más simétricos pierden la virginidad antes, tienen más parejas sexuales, invierten menos recursos en la relación y son más infieles.

Al parecer, los hombres más simétricos estimulan más orgasmos en sus parejas. Ampliando estas informaciones, Desfilis observa que “…lo más curioso de estos trabajos es que demuestran que nuestro cerebro está capacitado para detectar y responder ante la más mínima asimetría de forma totalmente inconsciente”.


¿La belleza es algo superficial?

El atractivo por alguien no es algo superficial, la belleza es un indicador de fertilidad. Las mujeres consideradas más bellas, son aquellas que tienen medidas 90-60-90, medidas que expresan en centímetros las proporciones de busto-cintura-caderas, correspondientemente. Estas proporciones no solo son más atractivas a los hombres, sino que además, esta proporción cintura-cadera, hace más fácil el parto. Adicionalmente estas dimensiones de las caderas femeninas se deben a la distribución de las grasas en el cuerpo de la mujer. Hoy día sabemos que en la mujer esta grasa acumulada en las caderas tiene una alta concentración de Omega-3, fundamental para la formación del sistema nervioso del bebé.

Son muchas las informaciones de las que se disponen hoy día respecto a las motivaciones que tenemos los seres humanos para la elección de la pareja. Por ejemplo, el científico francés Raphaëlle Chaix del Centro Nacional de Investigación Científica francesa y sus colaboradores del departamento de Estadística de Oxford, luego de analizar cuatro millones de marcadores genéticos repartidos por el conjunto del genoma humano, ha concluido que la genética juega un papel fundamental en la elección de la pareja. Al parecer los seres humanos tenemos la posibilidad de discriminar la composición genética del MHC (complejo principal de histocompatibilidad), importante en la respuesta inmunológica del ser humano, de manera que buscamos inconscientemente una pareja con un código inmunológico que complemente el nuestro.

La mayoría de estas informaciones nos permiten comprender los mecanismos que han permanecido ocultos hasta ahora y que permiten explicar porque nos comportamos como lo hacemos. Lejos de contribuir a un enfoque mecanicista del ser humano, estos conocimientos deben contribuir a que podamos enriquecer nuestra concepción de nosotros mismos como seres especiales, triunfantes, que hemos logrado superar las dificultades que durante diez millones de años hemos confrontado, razón por la cual estamos hoy, usted leyendo este artículo y yo escribiéndolo.

Como forma de cierre, les dejo con las ideas de Gracia Navarro S., que en su artículo titulado Amor adulto y elección de pareja, expresa lo siguiente:

“Amar satisface un ansia, un deseo de prodigar ternura; ser amado llena otra necesidad: el deseo individual de ser querido y apreciado. Si amar constituye una clase especial de realización; ser amado es la recompensa que se le otorga. Como estos dos sentimientos pueden existir independientemente, deben ser diferentes y es necesario diferenciarlos. Amar significa anhelar a alguien. La satisfacción de ser objeto de la ternura de otra persona tiene con toda evidencia el carácter de un halago del yo; se relaciona con el sentimiento de la vanidad satisfecha, del orgullo complacido, de la ambición realizada; hincha el yo y aumenta el sentimiento del propio valor. El amor en sí no tiene al parecer las mismas características: el que ama se siente humilde. El amar y ser amado no es el único placer dentro de la relación de pareja también existe satisfacción en el proteger, ayudar y guiar al otro, al tiempo de sentir seguridad y confianza”.

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